jueves, 6 de diciembre de 2012

Unidos, como nunca

Por: Augusto Posada

Aun se sienten voces sobre le fallo de la Corte Internacional de Justicia en el sonado caso de San Andrés. Las seguiremos sintiendo porque de por medio hay una decisión extraña, la Corte se salta su propia jurisprudencia para dar una sentencia que cercena en principio casi 80 mil kilómetros de mar a Colombia, pero que abre las puertas para que en el futuro Nicaragua continúe sus reclamaciones, como lo advirtió la canciller María Angela Holguín.

Las condiciones del fallo, que tildan de inapelable, no dejan de ser odiosas para los colombianos, cuando la misma Corte desconociendo el camino natural de este tipo de litigios, arrebata una porción valiosa de espacio donde se ubica una de las áreas protegidas de biosfera marina más importante del mundo y además una despensa irremplazable en la zona para nuestros pescadores.

Con un gran esfuerzo se han constituido en San Andrés asociaciones de pescadores artesanales que derivan su sustento de lo que el mar les entrega y a raíz del pensamiento asociativo estamos llegando a mercados tan importantes como los Estados Unidos o Europa.

Esto no puede frenar en seco, así lo propusimos a la Cámara de Representantes y como seguimiento sesionamos en la Isla el 27 de noviembre. Nuestro esfuerzo debe estar enfocado en los miles de sanandresanos que viven de la pesca, cuyos bancos –como ya se dijo- están ubicados en las aguas que el fallo entregó a Nicaragua.

Colombia no es un país de confrontaciones, no nos anima el espíritu bélico ni los encuentros entre estados, somos respetuosos de la normatividad por tradición, pero sabemos defender nuestras posiciones hasta que la misma norma agota esa defensa.

Bien hace el gobierno nacional al estudiar en derecho lo que parece haberse fallado de otra manera, porque así damos lecciones superiores de relaciones internacionales y defendemos nuestra soberanía con argumentos y no con percepciones individuales.

Colombia entera debe estar unida, el momento más importante empieza ahora, cuando no deben asomarse divisiones, ni búsqueda de réditos particulares. Un solo ganador debe haber de todo este episodio: nuestra patria.

sábado, 21 de julio de 2012

Discurso de posesión del HR Augusto Posada como Presidente de la Cámara de Representantes 20 de julio de 2012

Asumo este nuevo reto que me entregan hoy mis compañeros de la Cámara de Representantes con una inmensa responsabilidad. En los últimos años hemos escuchado con fuerza la gran demanda de la ciudadanía que busca hacerle frente a los retos que hacen falta para satisfacer las necesidades básicas. Como Presidente de esta corporación entiendo nuestro compromiso para que en conjunto con las demás ramas del poder público, logremos la meta efectiva de que cada colombiano sienta al suyo como un país de oportunidades ciertas.

Y entiendo también el descontento popular cuando el Estado no avanza al ritmo que se quisiera; entiendo la frustración de muchos cuando se golpean puertas que nunca se abren.

El Congreso de la República, en su facultad de establecer la hoja de ruta de la Nación a través de las leyes, tiene que dar respuesta y acompañar un proceso de permanente transformación en el que los colombianos sintamos que el gobierno se mueve al compás de lo que se necesita.

Las instituciones, que cargan la tradición de los fundadores de la República, acumulan el pesado lastre de los años y en algunos casos son poco dadas a sintonizarse con los nuevos tiempos. En eso, la Cámara de Representantes como expresión de un país de regiones como Colombia, dará ejemplo de modernidad en lo público para fomentar la cercanía con el pueblo.

Necesitamos una nueva reglamentación en la manera de dar la cara a la ciudadanía y en consenso con los diferentes partidos políticos y fuerzas vivas emprenderemos la reforma a la Ley 5, que regula el funcionamiento del Congreso. Nada justifica una corporación que debe representar por mandato constitucional a la población, que permanezca alejada de las realidades del ciudadano de a pie.

Propondré al nuevo presidente del Senado la creación de una comisión conjunta multipartidista, para que entregue hacia finales de agosto, un documento con sugerencias para reformar el Congreso. Éste sería socializado en una gran audiencia pública antes de ser radicado para su discusión en ambas cámaras.

El Congreso tiene la responsabilidad de convertirse en una fuente de luz, no de sombras; como hoy nos percibe la opinión pública.

Nuestro deber, y en esto sé que me acompañan mis compañeros de la Cámara, es actuar siempre a la luz y además de eso, vigilantes. Aunque la gran mayoría de partidos representados en este recinto hacemos parte de la Unidad Nacional en una suma de esfuerzos por el bien de Colombia, seremos observadores incansables de los actos del Gobierno, apoyando lo que signifique un mejor estar para la gente y oponiéndonos con vehemencia a lo que en la sana deliberación consideremos que logra lo contrario.

Y dentro del pragmatismo que nos reclaman día a día, impulsaremos con prioridad la agenda legislativa que genere empleo. Las verdaderas oportunidades se materializan cuando un padre o una madre de familia tienen la satisfacción de llevar a su hogar, como fruto de su trabajo, lo que haga falta para sus hijos.

Un empleo con dignidad además, tenemos en nuestras manos la posibilidad de cerrar la puerta a tantas intenciones de burla a los logros conseguidos durante años para que en Colombia se formalice el trabajo, se creen opciones efectivas, con garantías verdaderas de superación y no, como ocurre en muchas partes, con aprovechamiento de la debilidad del desempleado que acepta condiciones poco dignas para salir de sus angustias.

De otro lado, pero en el terreno social todavía, hay que mirar con sumo cuidado la legislación que existe en materia de salud: en Colombia este sector está a un centímetro de la quiebra y no podemos dar más pasos en falso y de una vez, el Gobierno y el Congreso poniendo las cartas sobre la mesa, tenemos que tomar la decisión política de dejar a un lado el desastre que existe y construir.

Los ojos del Estado tienen que posarse sobre quienes regulan y vigilan el sector y ser implacables: no más demoras en el giro de los recursos del Fosyga, no más negaciones de servicios incluidos en el plan obligatorio de salud a los colombianos y no más prestaciones de servicios en instituciones de garaje.
 * * *

Llevamos muchos años escuchando en nuestras conversaciones diarias que estamos en crisis. Y es cierto. No hacen falta estadísticas para entender que en algunos aspectos las cosas no marchan como quisiéramos, eso podemos palparlo en el día a día. Sin embargo, muchas veces las ventanas que cerramos en medio de las tempestades nos impiden ver cuando el día va clareando.

La economía colombiana tiene pronósticos por encima de la media regional y la esperanza que surge con las nuevas opciones de comercio que este Congreso ha ayudado a impulsar, nos llenan de optimismo frente al futuro. Aquí discutimos el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, Europa y otros; aquí en medio del debate definimos las mejores condiciones para los comerciantes colombianos frente al mundo.

Falta mucho por hacer en esa materia, pero los representantes a la Cámara, voceros de las 32 regiones tan dispares que tiene Colombia, estaremos al frente para garantizar estabilidad, trato justo y lo más importante: que las cifras frías que se ven en los informes económicos, impacten al colombiano de la calle, a ese que no le interesa interpretarlas pero que confió en nosotros para que guiáramos el Estado.

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El Presidente de la República tendrá en nosotros, unos representantes dispuestos a analizar con detenimiento cada iniciativa que llegue de su mano. Sin embargo tendrá, también, unas contrapartes incisivas que tienen la firmeza de legislar con autonomía.

Este es un mensaje que quiero dejar muy claro: nuestra mano está tendida pero firme y esperamos que los señores ministros entiendan su deber de asistir al Congreso cuando se les requiera. Es la mejor manera que tienen de ayudar a la agenda del Gobierno y así a la del País.

Hay temas muy sensibles en los que trabajaremos sin descanso en esta nueva legislatura: nuestra fuerza pública necesita una salida a la incertidumbre en la que vive. No hay justicia si no resolvemos el tema de la seguridad jurídica para los hombres y mujeres que entregan sus vidas por la nuestra.

Este Congreso tiene que garantizar tranquilidad y confianza para nuestras fuerzas armadas, sin generar incertidumbre ni vacíos sobre la impunidad en violación a los derechos humanos. Si algún mensaje tiene que dar Colombia
-primero a sus nacionales y después a la comunidad internacional- es que aquí cuidamos y valoramos a nuestros soldados y policías, pero castigamos con rigor a quienes se desvían.

Otro reto de enormes proporciones es garantizarles a los colombianos el acceso a una justicia eficaz, con presencia en todo el territorio nacional y con tiempos de respuesta a la altura de las necesidades. La fallida reforma a la justicia debe quedar como un recordatorio de los trámites que eran urgentes y al contrario de cumplirse, aplazan la confianza en el Estado. Estaremos atentos al Ministerio de Justicia en este particular.

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Tenemos ambición de servicio y no nos quedaremos en los temas enunciados. Sabemos que cualquiera que sea el lugar donde miremos hay tareas pendientes. Pero tenemos la tranquilidad de hablar el lenguaje del pueblo porque convivimos con los problemas de nuestras regiones a diario. Cuando legislamos, lo hacemos para personas de carne y hueso buscando solucionar angustias del día a día, pero también para proyectar nuestra sociedad hacia el futuro.

Colombia es un país de diversas culturas, un país donde a fuerza de entender nuestras diferencias hemos logrado vivir bajo el amparo de la unidad. Nos sabemos distintos pero aun así respetamos nuestras disparidades.

Ese precisamente es nuestro impulso, es la condición más admirable de los colombianos. Y ese ánimo nos lleva al debate que propiciamos en este recinto cumpliendo el mandato constitucional de “fortalecer la unidad de la Nación”, desde el tesón admirable de cada una de las regiones aquí representadas.

Nuestra fuerza radica en los ciudadanos que nos eligieron y son ellos quienes merecen nuestra entera dedicación.

 Muchas gracias.

viernes, 1 de junio de 2012


¿Y ahora que llegó el TLC qué?

Augusto Posada, Representante a la Cámara

Ahora que el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos entró en vigencia, surgen muchas dudas con respecto a su implementación y crecen los rumores de quienes han querido torpedear el proceso desde el principio. La mayoría de las críticas que hoy se hacen parten de la desinformación, que es una de las estrategias más recurrentes entre quienes transitan en lo público con pocos argumentos.
Como primera respuesta: el Gobierno de Colombia no va a abandonar a los productores locales que podrían sufrir algún tipo de rezago por la llegada del Acuerdo. Estamos ante el mayor mercado del mundo y al contrario, lo que debemos ver de todo este proceso es la gran cantidad de compradores que tendremos a disposición.
En este sentido, el presidente Juan Manuel Santos anunció un billón de pesos para apoyar los procesos de transformación de sectores como el arrocero, lácteo y cárnico, que necesitan ponerse a tono con las exigencias mundiales.
Los arroceros por ejemplo, que han temido por su suerte, estuvieron protegidos en los procesos de negociación, tanto que Colombia otorgó un cupo de importación de 79.000 toneladas de arroz, cuando en nuestro país el consumo es de 1’794.000 toneladas, es decir lo importado será sólo el 4%.
Este tipo de productores y otros más tienen ante sus ojos la posibilidad de crecer en un nuevo mercado: experiencias de otros países latinoamericanos que firmaron estos acuerdos en el pasado nos muestran que luego de la entrada en vigencia se generó una dinámica exportadora que no se había medido.
Incluso, quienes sostienen que no había necesidad de un TLC a sabiendas de que Colombia y los Estados Unidos regían su comercio por el ATPDEA, no han dimensionado que dentro de los productos que antes cobijaba ese acuerdo transitorio, no estaban muchos de los que hoy están ingresando sin aranceles a territorio norteamericano.
Aún más: renglones tan sensibles como las flores, que antes del TLC ya tenían ventajas, ahora gozan de una estabilidad que se verá traducida en inversión extranjera y la opción de generar negocios sin el limitante del vencimiento del acuerdo anterior.
Algo bien importante tiene este TLC: Colombia quiere ir a la fija y determinó para ese efecto un grupo de sectores (16 en total) a los que en una alianza de los sectores público y privado se fortalecerán para jugar en las canchas no sólo estadounidenses sino mundiales.
Lo anterior incluye una revisión a todo el sistema legal colombiano para volvernos más productivos y competitivos. Ese ha sido el gran obstáculo de los sectores en otros países, que no aprovecharon este tipo de acuerdos y dejaron que la poca preparación para enfrentar el mercado más grande del mundo no les permitiera crecer como se esperaba.
Todo esto va de la mano con la responsabilidad que tienen tanto el gobierno como los gremios para hacer más fácil el tránsito hacia este nuevo modelo. Y aquí vale la pena destacar la tarea de socialización que se ha emprendido: para este 2012, se tiene programada una actividad de instrucción, resolución de dudas o apoyo individual casi cada día por medio; incluso comisiones de diferentes sectores nuestros, estarán en ferias y congresos en los Estados Unidos para conocer el proceso con sus posibles compradores.
Llegarán más empresas extranjeras a nuestro país y eso reactivará sectores en los que hemos sido competitivos, no sólo en términos de productos sino en servicios. Los colombianos nos caracterizamos por ser buenos anfitriones y ser cálidos en nuestro trato y ahí se abren nuevas opciones con beneficios directos.
Finalmente, hay una pregunta que siempre surge: ¿esto beneficia directamente al ciudadano? El TLC impactará favorablemente sobre todos nosotros, tanto en los ciudadanos de a pié que día a día veremos reflejados mejores precios y más opciones de productos en los supermercados, como en los indicadores económicos y sociales más sensibles de Colombia, por ejemplo la creación de 500.000 puestos de trabajo gracias a la puesta en marcha de este acuerdo.
Sin duda, es un reto que dependerá de nosotros y nuestra preparación cómo lo enfrentemos. Las puertas están abiertas para que sea de la mejor forma.